
El ladrón de riquezas.
Había
una vez un reino muy prospero.
La
gente que allí vivía tenía huertos que
daban muchas verduras y árboles que se llenaban tanto de frutas que les pesaban
las ramas y casi tocaban el suelo.
Sin lugar a dudas se trataba de un
pueblo muy feliz hasta que un día, el rey , fue a casa de su mejor amiga.
Cuando llego allí, vio que todos llevaban grandes trajes,
buenos caballos y comían con cubiertos de oro. Al rey no le importo al
principio, pero ese sentimiento cambió cuando empezaron a reírse de él
porque a pesar de tener el reino más rico que había por aquellos lugares, no
era un rey que vistiese muy bien, ni tampoco tenía el mejor caballo, ni el
mejor palacio…
Después de la fiesta, el rey, lleno de envidia porque sus
amigos reyes y reinas tenían más y mejores cosas que él, decidió llamar a
la familia de la agricultora del pueblo para que le diera un poco de dinero. Lo
hizo a escondidas porque tenía algo de vergüenza.
El rey citó a las agricultoras y agricultores a su palacio y
les dijo:
- Querida familia, gracias por venir a palacio, necesito que me deis algo de
dinero, no hace falta que sea mucho, sólo unas monedas, porque resulta que los
otros reyes y reinas tienen buenos caballos, trajes muy bonitos… ¡Y yo no tengo nada de eso!
La familia no entendía para que querría un rey tener
tantísimas cosas, pero como lo vieron muy triste decidieron dejarle un poco de
dinero.
Al día siguiente, el rey volvió a pedirles unas cuantas
monedas y ellos volvieron a dárselas.
Todos los días el rey les pedía dinero, hasta que la familia
se quedó casi sin nada. Entonces, ya enfadados, le dijeron al rey que no
iban a darle ni una moneda más pero éste no les hizo caso y para conseguir lo
que pretendía tuvo que quitarles la casa, la ropa… ¡Todo! Y lo
vendió.
La familia, muy preocupada, se fue a buscar ayuda por
el pueblo, pero todos estaban muy felices y nadie les ayudó.
El niño pequeño de los agricultores/as puso carteles por el reino diciendo “Lo
que nos ha hecho a nosotros se lo hará a otras familias, tenemos que detenerle”
pero nadie hizo caso.
Al cabo de un tiempo el rey empezó a pedir dinero a otra
familia, concretamente a la familia del panadero, les pidió tanto dinero que la
panadería tuvo que cerrar y el rey les quito la casa y la tienda. Lo hizo sin
derramar una lágrima, parecía que lo que les pasara a los demás le importaba
bien poco.
(Este
cuadro lo vieron los alumnos y alumnas en el museo cuando se realizó la visita
al mismo. Viendo que la situación del cuento y la representada en éste eran
similares decidí ponerlo)
La
panadera puso un cartel por la ciudad “Lo
que nos ha hecho a nosotros se lo hará a otras familias, tenemos que detenerle”
pero nadie hizo caso al cartel.
Pasaron
meses, muchos meses… El rey había dejado pobre a todo el pueblo, eso sí, él
era muy muy rico, tanto como sus vecinos.
De
esta manera un pueblo feliz y lleno de riquezas paso a ser un pueblo pobre y
triste con un rey rico y algo feliz.
¿Cómo
ayudarías tú a las familias de este pueblo?
Posibles
soluciones:
-
- Detener
al rey y devolver el dinero al pueblo.
-
- Robar
al rey para dárselo al pobre.
-
- Todo
el pueblo se une para detener al rey.
-
- Todo
el pueblo se une y el más sabio del lugar le explica al rey lo que ha hecho
mal.
- -
Todo
el pueblo se une para sustituir al rey por otro ciudadano más competente y
reparten las riquezas que ha robado el antiguo rey.
Autora: Celia Rueda M.