lunes, 13 de febrero de 2017

Un poema dedicado a quien hoy no puede dormir.






En las noches de vacío
entre las sombras pensaba
que el camino era destino
pero el laberinto me embriagaba.

Me consideraba un navío
Y una vela enamorada,
en ese mar bravío
de lágrimas, mi mirada.

Con los ojos cansados
me echaba a dormir
llorando demasiado,
pues no sabía vivir.

Ponía niebla en mi delirio,
entre el todo y la nada.
¡ Que era Becker en vivo!,
había suspirado apagada.

La vida me pasaba
subida en el tiovivo
Y caía mareada
¿Para qué vivo?

mientras sonreía
por dentro gritaba
el dolor que callaba,

pues nadie me entendía
cuando con fuerza pretendía
volver entre risas comedia
la sátira de mi corta vida.

Ahora entre estas líneas
y mi vaga poesía
escribo medio rendida
el paso de mis días.

La fiel compañía
de una almohada fría
empaña el espejo
de mi corta alegría.

La luna me ilumina,
me lee mi reflejo
Y tengo la empatía
del lápiz la mina.

En el último verso
te dedicó el recuerdo
de aquel último beso
que murió preso,

y entre rejas y sin flores
te llevaste mis pasiones.
Ya no espero tu regreso
han sido muchos mis errores.

Y si vuelves con más amores,
esta es mi declaración:
Una carta de guerra
dirigida a tu nación.

Esta vida es una pena
Y el tiovivo mi sanción
¡Quiero un tiro entre las cejas!
¡Que me claves mil flechas
directas al corazón!

  Y aún te queda el consuelo
de que mi último suspiro
de mi último beso,
escrito en estos versos,
será siempre, pensando en vos.

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